La gran trampa
A esta interpretación de los hechos, le llamo -sin exagerar- la "gran trampa", pues estas falacias configuran la comodidad y la estrechez de la mentalidad moderna que evade su responsabilidad alegando incomprensión, torpeza, desidia o impotencia. No se trata de un determinismo todopoderoso, ni de una inercia a la que es mejor abandonarse, ni una rendición de la humanidad... se trata exactamente de todo lo contrario: el ser humano tiene una responsabilidad. Él tiene una tarea, una misión consigo mismo.
Esa responsabilidad humana se convierte en urgente deber. Precisamente este proyecto es el desvarío contranatural que pretende prolongar el sufrimiento en un nuevo y trampeado paradigma de lo humano: lo no-humano, lo infrahumano. Es el plan que busca perpetuar un error: el ser humano como esclavo en el trabajo de su propio exterminio, como mercancía de un comercio fantasmal, como bestia de carga de un amo monstruoso.
No se trata de un accidente, ni de una consecuencia temporal inevitable, ni de un destino con el que cargar: es la posesión de la inercia cósmica (tamas) al servicio del ego desbocado de unos seres con atributos infrahumanos. En última instancia, no sólo aspiraría a deshumanizar lo humano, sino también a congelar la misma manifestación cíclica en una petrificada ordenación mundial. Y con todo lo dicho...es muchísimo más que todo esto.