Un motivo por el que escribir
Hoy a vuelto a manifestarse un milagro a raíz de que mi novia rescatara la inspiración de escribir sobre el proceso biológico del embarazo que acontece tras el acto de fecundar. Cambiando de onda, es abrumador el abanico de posibilidades que despliega el uso del móvil, crea en algunos seres, un comportamiento que emana de tanta confusión, volviéndolos irascibles. Será que les da hambre tanto ejercicio neuronal desordenado. Pobres mentes ofuscadas que portan alucinaciones perversas de imaginación caótica.
Todo empieza en la emoción que desencadenan las primeras letras, en ese momento en concreto, parece el motivo matriz por el que considero irrefutable volver a publicar. Mi propósito incondicional es conectar con un personal cualificado que desempeñe funciones en el sector de las emergencias. Todos nosotros, de alguna manera, contamos con el "programa ayuda" instalado de serie, somos aptos según nuestra capacidad resolutiva y todo va sin anestesia.
Cambiando de tercio, me pongo a especular sobre todo acto divertido que tenga relación con el placer enfundado que clama el caprichoso teléfono móvil. Inclúyase en el lote beneficios intangibles y en otros muchos casos teletrabajo productivo, este último método el cual admiro, dada la manera como lo describen algunos bloggers.
También es muy encomiable ver cómo nos sentimos conectados mutuamente, acto que provoca seducción sobre la gran mayoría de personas por el vicio de comunicarnos sin cesar, aún más en estas fechas, pura droga. Se mantiene con los años el estrecho lazo familiar que nos mantiene ligados inexorablemente al contacto, verse físicamente está pasado a un segundo plano y más aún ahora que son perseguidas por la ley aquellas "quedadas" donde existan muchos miembros reunidos.
Mientras fijo la mirada al frente, allí donde la vista se pierde, sobre el inalcanzable horizonte del océano, solo allí es cuando más próximo me siento de la aberrante paradoja que esconde el imparable desarrollo tecnológico.
Crecer con varios puntos de vista siempre dio la ventaja de no tener que recopilar neuronas que ya andaban perdidas por el camino. Los escritores más radicales manifestamos un claro dominio sobre la evidencia de que seremos capaces de vencer a nuestro destructivo enemigo el cual nos marca el ritmo hasta conseguir desvanecernos.
Soñar con un futuro lleno de fases, como si de un vídeo juego se tratara, es lo más parecido a que nos aliemos con el destino, siendo presa fácil de la fragilidad del presente, tras tomar, la no fácil decisión de enamorarse, con la fatídica postura de sublevarse a la suerte.