La mayoría de personas, al mirar nuestro turbulento mundo con su larga historia de injusticia y sufrimiento humano, le atribuyen esos males sociales a la avaricia, la ignorancia, el odio, o la falta de compasión hacia otras personas.
Pero rara vez consideramos la posibilidad de que nuestras propias actitudes, percepciones, y creencias, pueden ser la causa raíz de la mayoría del sufrimiento en el mundo. Sin embargo, en casi todos los casos, nuestras propias actitudes, percepciones y creencias SON la causa de todo ese sufrimiento.
La inmensa mayoría de robos, extorsiones, intimidaciones, acosos, asaltos, e inclusive asesinatos. La mayoría de actos inhumanos de unas personas hacia otras se dan NO por culpa de la avaricia, el odio, o la intolerancia que yacen en nuestros corazones. No. La mayoría de toda esa inhumanidad se da debido a una dañina y casi universal suposición. Una creencia indudable, una superstición irracional y auto-contradictoria que infecta a todas las razas, todas las religiones, todas las nacionalidades, todas las edades, y todos los niveles económicos.
Si la humanidad abandonara aquella falsa idea, así nadie adquiriera sabiduría ni compasión adicional, la inmensa mayoría de la injusticia y opresión que azota al mundo cesaría instantáneamente. Pero esto no puede ocurrir sino hasta que las personas estén listas y dispuestas a tornar su juicio y crítica hacia ellas mismas, para examinar objetivamente sus propios sistemas de creencias...Y así llegar a reconocer, a entender, y finalmente a abandonar, la superstición más peligrosa.