Un camino a la libertad
En la meditación, las personas se sientan tranquilamente y se concentran en su respiración. A medida que el aire les pasa por la nariz, prestan atención a cada sensación. A medida que pensamientos indeseados acuden a su mente, los dejan ir. Respiran. Dejan ir. Respiran. Dejan ir. Dejan ir... porque vuelven. Los meditadores expertos contemplan sus pensamientos y emociones sin identificarse con ellos. Todos tenemos la experiencia de que, al despertar, comienzan a llegarnos pensamientos.
Y los artistas y las personas creativas saben que las ideas les vienen. Lo mismo ocurre con las emociones: la tristeza o la depresión no son algo tuyo, que nazca de dentro. Como los pensamientos, van y vienen. Lo mismo la excitación y la euforia. La indagación lo demuestra. Y puedes liberarte de ellos.
¿Quieres hacerlo? ¿Quién serías tú sin el pensamiento? ¿Quién serías tú sin el vaivén de las emociones? Tómate un tiempo para vivir la experiencia de imaginar la respuesta. Hegel hablaba de tres etapas del espíritu: el ser en sí, el ser fuera de sí y el ser para sí. Hay un momento de no conciencia del ser (la infancia).
Cuando la conciencia se pierde en el mundo, se convierte en el amor enajenado (el ser fuera de sí). Haciéndose autoconsciente, el espíritu, el ser, el pensamiento, vuelve a casa. El espíritu inconsciente se hace consciente mediante el viaje de la enajenación, de la distancia, que, por otra parte, nunca fue real, como acaba comprendiendo en esa tercera etapa. Muchas tradiciones espirituales coinciden en esto. Cuando amamos lo que es, estamos felices, sanos y completos. Cuando no lo hacemos, sufrimos, estamos enfermos, enajenados. Ésta es la experiencia básica. El camino hacia la liberación del sufrimiento es el descubrimiento de la verdad.
Da la impresión de que hay personas que no se plantean nunca dejar de sufrir y que, en cierta medida, tienen algo así como apego, adicción o creen que merecen sufrir, o que no merecen dejar de hacerlo. ¿Es verdad que mereces sufrir? ¿Es verdad que no mereces dejar de hacerlo? (Quizás no sea cierto que haya personas que piensan que no merecen dejar de sufrir. Yo sí creí que no lo merecía. Tal vez simplemente me estoy proyectando. Quizás, si es verdad que sufren, estén buscando salir del sufrimiento por otros caminos.
Otras personas parecen sentir pánico ante la posibilidad de encontrar la verdad. Quizás creen que podría hacerles daño. 'Descubrir la verdad me hará daño'. ¿Es eso verdad? Creencias, siempre creencias... También hay quien, y lo digo por experiencia, puede estar tan convencido de algunas creencias, que ni se le ocurre cuestionarlas. Ni siquiera advertimos que son creencias. Tal vez haya, por fin, quien prefiera sufrir a cuestionar sus pensamientos. ¿Verdad o sufrimiento? ¿Quieres dejar de sufrir? La mayoría respondería que sí. Algunos no lo tendrían tan claro. Pueden creer que la identidad de víctima les reporta mayor beneficio. ¿Quieres conocer la verdad? Para algunas personas esta pregunta tal vez no signifique nada. '¿La verdad? ¿Qué es eso? No sé de qué estás hablando. A veces lo paso bien, a veces lo paso mal, y no veo que haya nada más'.
Descubrir la verdad a veces puede hacer daño, pero el daño que haga ese descubrimiento siempre será provisional y menor que el sufrimiento que ocasiona permanecer en la mentira, y la recompensa es la libertad. En algunos casos, según mi experiencia, permanecer en la mentira es lo único más doloroso que liberarse de ella.
Si de verdad quieres dejar de sufrir y conocer la verdad, adopta la práctica de cuestionar cualquier pensamiento que te haga daño en que va a cambiar radicalmente tu vida. Pero seamos precisos. Hemos hablado de pensamientos que nos hacen daño, y tal cosa no existe. Nunca son los pensamientos los que nos hacen daño, sino nuestro apego a ellos. Cuando los cuestionamos, descubrimos que son mentira, que no los creemos. O sea, que lo único que puede hacernos daño es aferrarnos a una mentira. Una mentira es un pensamiento que en el fondo no creemos, una creencia que, una vez indagada, resulta no ser verdadera para nosotros. El poder no está en los pensamientos.
Hay algunas técnicas para resolver esto, pero en ocasiones puede requerir un tiempo. Si persistes, antes o después aparecerá el pensamiento. Si en esa persistencia eres amable contigo mismo, te resultará más cómodo. Por otro lado, a veces podemos encontrarnos con descubrimientos impactantes, cuya asimilación también puede necesitar tiempo. Deshacer un estrés postraumático, por ejemplo. Lo que estás cuestionando es lo que te llevó ahí, y lo que liberas es algo a partir de lo cual puedes haber desplegado –o replegado- toda tu vida. Cuestionar una historia que te has estado contando durante muchos años también puede requerir, en algunos casos, el momento oportuno para hacerlo. El momento oportuno es siempre el momento en el que llega.
Respecto a un pensamiento doloroso, la certeza equivale al apego. Desde la experiencia de la indagación, la clave se desplaza: ya no se trata de si pienso una cosa u otra, sino de si creo o no un pensamiento. Si tu actitud es la adecuada, si realmente quieres dejar de sufrir y conocer la verdad, una tras otra irán apareciendo ante ti las mentiras con las que inconscientemente te has estado engañando.