Caprichos alimenticios
Un paso decisivo hacia la no identificación con ningún alimento que creemos que hemos de tomar, es concedernos un cierto tiempo para observar las reacciones de nuestro cuerpo a esos alimentos.
Esto nos introduce en el tema de sentir el cuerpo frente a los caprichos alimentarios.
¿Por que nos morimos de ansiedad por alimentos que no son buenos para nosotros, como el azúcar o la cafeína? La respuesta es sencilla: durante mucho tiempo las pautas de una nutrición bajo mínimos han desequilibrado nuestros cuerpos en lo que se refiere a energía. Cuando nos atrae tanto un dulce o un café, lo que estamos intentando hacer es recuperar el equilibrio, esto es, sentir alguna energía que nos permita acabar la tarde o tener fuerzas para preparar la cena de los niños.
Hay muchas cosas que pueden desequilibrar el cuerpo, como el exceso de dulces, de proteínas, de fríos o de alimentos procesados. Nuestra sociedad parece encadenada a los dulces y a los postres. Hallamos azúcar por doquier, especialmente en los alimentos precocinados y en los que tienen poca grasa. ¿Cómo crees que se consiguen el sabor de los alimentos con poca grasa? Añadiéndoles azúcar. Sino esos alimentos no tendrían sabor. Quizás no encuentres la palabra azúcar entre los ingredientes, pero aparece camuflada. Comer azúcares de asimilación rápida puede puede subirte el nivel de azúcar en sangre hasta el techo, pero después te desplomas con sutileza. La dieta de todos los estadounidenses suele incluir la carne al menos una vez por semana, pero eso es una tasa de proteína animal mayor de la que tu cuerpo necesita. Nuestra cultura está unida también a las grasas saturadas, que proceden, principalmente, de las papas fritas, del aceite de los platos precocinados, de los postres que contienen mantequilla, huevos y aceite, y de productos animales, especialmente carnes como la ternera o cerdo, que tienen un alto contenido de grasa.
Un poco de todos estos alimentos está bien, pero mucho de ellos que come la gente representa un desequilibrio evidente respecto a las necesidades reales de nutrición.
A causa de los pobres hábitos alimentarios que no aportan a nuestro cuerpo la nutrición adecuada, a menudo nos sentimos poseídos por la ansia de consumir lo que realmente no necesitamos. Nuestro cuerpo se ha quedado sin energía y necesita una inyección inmediata de ella, algo que solo se consigue con azúcares de asimilación rápida.
Para entender lo que verdaderamente necesita tu cuerpo has de aprender a diferenciar cuando te da información falsa y verdadera. Te envía señales para que comas aquello que realmente necesitas para mantenerte en equilibrio.
En cuanto tu cuerpo esté en equilibrio podrás ir controlando esas ansiedad hasta que desaparezca. En la media en que tu nivel de azúcar en sangre se equilibre y comas suficientes nutrientes para mantener y reparar el tejido muscular, serás capaz de escuchar los mensajes de ese cuerpo informado que te habla alto y claro. Tu cuerpo pedirá lo que realmente necesite, no una reparación urgente para rescatarte del “ghetto” del bajón de azúcar.