¿Comunicamos o simplemente hablamos?

25.03.2024

El lenguaje y la comunicación son las herramientas fundamentales dentro de cualquier proceso de convivencia.

Y es que, aunque nos empeñemos, hablar no es sinónimo de comunicarse. Pasamos casi toda la vida con otras personas (somos "animales sociales") y, sin embargo, ¿cuántos de ustedes son capaces de mantener comunicaciones satisfactorias con las personas con las que interactúan?

Existen distintos programas de entrenamiento para mejorar nuestro estilo comunicativo, para adquirir nuevas herramientas que nos hagan llegar a las demás personas con más facilidad. Sin embargo, hay aún mucho por descubrir sobre la comunicación interpersonal.

Diferenciamos 4 estilos de comunicación:

El estilo AGRESIVO se caracteriza por un lenguaje verbal y no verbal amenazante, con intencionalidad de conseguir el objetivo del interlocutor, sin prestar atención a cómo se siente emocionalmente la otra persona. Este estilo suele caracterizarse por el uso de un volumen de voz alto, palabras malsonantes, mensajes "tú" que responsabiliza al oyente de lo que va mal, tensión muscular, gestos provocadores... La intención, más que establecer una comunicación fluida, es dejar claro que lo único importante es lo que dice la persona emisora.

En el estilo PASIVO la persona trata de esconder sus emociones y pensamientos por temor a "no gustar". Se comunica mínimamente para pasar desapercibido y le cuesta mantener su argumentación porque prefiere ceder ante cualquier petición que afrontar un desacuerdo. Son personas normalmente tímidas e introvertidas y su lenguaje no verbal los delata. Algunos de los rasgos más característicos de este estilo de comunicación son: el tono de voz bajo, balbuceos, escaso contacto visual, rubor cuando deben hablar, uso de respuestas cortas, etc...

En el estilo ASERTIVO, se comunica de manera directa aquello que uno piensa y siente, siempre que crea que tiene valor y que no incomodará de manera excesiva a alguien. Es decir, se comunica de manera honesta y transparente, pero sin intentar dominar a la otra persona. El lenguaje no verbal (postura, tono de voz, distancia, contacto visual, etc.) es relajado y adecuado a la situación en la que se está. La persona que se comunica de manera asertiva transmite información clara y precisa sobre cómo se siente, lo que necesita y pide al receptor lo que necesita. Además, escucha atentamente las respuestas del receptor y, si le surgen dudas, pregunta sin hacer adivinaciones.

En el estilo PASIVO AGRESIVO, las personas no confrontan directamente, utilizan las indirectas, la ironía o, simplemente, la inacción para resolver diferencias. Es decir, aunque a simple vista pareciera que aceptan lo que está sucediendo, en realidad boicotean cada situación desde el silencio o la crítica indirecta. Su lenguaje será pulcro y cuidadoso, su tono de voz adecuado, sus gestos apropiados, pero, su intencionalidad, será la de imponer su objetivo independientemente de la situación y deseos de su interlocutor.

Antes de que comencemos a dar vueltas sobre nuestro propio estilo de comunicación... es necesario aclarar que es más sencillo ser asertivo cuando estamos con personas conocidas y los temas a tratar son agradables y sabemos que estamos de acuerdo. La dificultad en el uso de este estilo de comunicación asertivo comienza cuando debemos defender nuestra postura, pedir un cambio, hacer una crítica, resolver un conflicto...

Por este motivo, y cumpliendo con el objeto de estas píldoras informativas queremos añadir dos conceptos que son de gran ayuda en la puesta en práctica de una comunicación asertiva adecuada:

La ESCUCHA ACTIVA es la actitud de querer escuchar para entender lo que la otra persona nos quiere transmitir. Estemos o no estemos de acuerdo debemos mostrar máxima atención para ser capaces de descifrar el mensaje de nuestro interlocutor. Debemos escuchar, por tanto, con nuestros oídos (¡obvio!), nuestros gestos, nuestra mirada y nuestra actitud abierta de querer entender.

Y, la EMPATÍA, que es nuestra capacidad de percibir cómo se está sintiendo nuestro interlocutor. Necesitamos estar abiertos, por tanto, al universo emocional de la persona con la que estamos hablando. Prestar atención a si lo que nos dice la otra persona es producto del enfado, del miedo, da la tristeza... Sólo así seremos capaces de comunicarnos.

Ahora que tenemos algunas claves para trabajar nuestro estilo de comunicación asertivo, te proponemos un sencillo ejercicio para que puedas analizar tu estilo de comunicación. Durante la última semana, ¿con cuántas personas hablaste? ¿Recuerdas el contenido de las conversaciones? ¿Qué recuerdas mejor, lo que decías tú o lo que te decían? ¿Sabrías decir cómo se sentían esas personas?