Mindfulning y gratitud plena
En ocasiones utilizamos el lenguaje con una acepción distinta , sobre todo en lo referente a algunos términos y más concretamente cuando estamos hablando de estas cuestiones, que afectan más a la esfera del crecimiento interior y por tanto más subjetivas, que a cualquier otro ámbito.
Por ejemplo cuando utilizamos el termino de Aceptación, aunque su significado sea claro para todos, la interpretación que hace la gran mayoría de personas se parece mas bien a un acto de admisión y aprobación (Resignación), que a un acto puro de aceptación propiamente dicho.
En este sentido, si sustituyéramos el término aceptación por agradecimiento, quizá a algunos les resultase extraño, pues argumentarían que no tiene nada que ver y que son conceptos totalmente distintos.
La aceptación es más un acto de agradecimiento que de aceptación propiamente dicho. La razón es cuando hablamos de aceptación, hablamos de un acto profundo que sale desde el fondo de nosotros y que es totalmente incondicional, sin juicios , sin resistencia y sin rechazos, es decir, aceptación plena e incondicional. Sin embargo, en nuestro lenguaje coloquial, la aceptación, es aprobación, sumisión e incluso resignación.
Por tanto , utilicemos el agradecimiento como sustitución del termino aceptación y veremos entonces como los aspectos a los que hemos hecho referencia sobre la aceptación, cobran una dimensión distinta.
Lejos de parecer una visión insensata, si fuéramos capaces de agradecer nuestro dolor emocional, descubriríamos que es una potente fuente de plenitud interior, pues con el agradecimiento incondicional al dolor podemos transmutar dicho dolor en plenitud.
La razón es que el agradecimiento, nos abre el corazón, la mente , las emociones y nos deja sin ninguna protección ni coraza y cuando nos presentamos a algo, tan abiertos y tan desde el fondo, lo que logramos es todo lo contrario a lo que que temíamos. Cuanto mas miedo tienes a algo, más difícil es vivirlo y transcenderlo, pero cuanto más agradecimiento, y apertura tienes a ese algo, más eres capaz de trascenderlo y transmutarlo.
Desde este nuevo enfoque el agradecimiento pleno, que es la acción de sentir gratitud plena, se vuelve más bien como una acción que como una experiencia pasiva.
Es decir, tengo la intención de que esa gratitud surja y se exprese a través de mi , lo que hace que se convierta en agradecimiento pleno y por tanto se detalle más, pues el desarrollo de una cualidad, viene como consecuencia de su actualización y en este caso dicha actualización es la expresión del agradecimiento hacia los demás.
Recordemos que los ochos pasos del Mindfulning, son: Auto-observación, Atención, Aceptación, Actitud, Actualización, Autenticidad, Altruismo y Autorealización.
Si observamos realmente con detenimiento, descubriremos que al utilizar un enfoque de agradecimiento pleno o gratitud plena, estos ocho pasos cobran un sentido mucho más especial, pues ya desde los primeros pasos vemos su rápida aplicación y sus resultados, pues no es lo mismo solo la atención plena que la gratitud plena, y que no es lo mismo la aceptación incondicional que la gratitud incondicional y de la misma manera la actitud positiva cobra más sentido con la gratitud, así como la actualización, la autenticidad y el altruismo.
En resumen , la gratitud plena es una herramienta que nos ayuda a mejorar el proceso descrito en el Mindfulning, a través de sus ocho pasos, ayudando a sumar y no restar, desde el mismo enfoque de trabajo y desarrollo interior.
La baja autoestima y la alta autoestima son las dos caras de una misma moneda: la de confundir la conducta con la valía del ser humano. La persona con alta autoestima no es muy diferente que la persona con baja autoestima, lo que las diferencia es que uno utiliza Auto-valoraciones positivas y la otra negativas en función de sus conductas, es decir se juzga a sí mismo en función de sus conductas.
Así cuando una persona se evalúa a sí misma como buena o mala en función de lo que hace está cometiendo el error de la generalización. "Soy el mejor" o "Soy un desastre".
La utilización del verbo SER es una generalización y por tanto un error de precisión del lenguaje, ya que cuando decimos que somos una cosa, obviamos que no somos solo una cosa sino múltiples cosas y no solo un conjunto de conductas y que por tanto podemos cambiar. El verbo SER nos define estáticamente, y eso implica que no podemos definirnos por una conducta o aspecto concreto, dado la multiplicidad de conductas y aspectos que adoptamos.
No podemos valorar a una persona en función de su conducta, ya que categorizarla como buena o mala significa que siempre actúa bien o mal y eso no es cierto, y aunque actuara bien hasta el momento no podríamos predecir si la próxima vez lo haría bien o no.
No somos buenas o malas personas sino personas que hacen cosas buenas y malas, pero no podemos juzgar la esencia de la persona. Somos seres humanos, y como falibles que somos, hay veces que actuamos mejor que otras pero eso no significa que seamos peores o mejores personas.
La valía del ser humano no puede ser descrita a partir de una conducta determinada. Tenemos múltiples conductas, como profesional, padre, hijo, amante, y no podemos juzgarnos en función de una conducta ni aunque esta fuera muy importante para nosotros.
Tanto la alta autoestima como la baja autoestima es causa de mucho dolor emocional: ansiedad, depresión, rabia, etc... Confundir la conducta con la valía del ser humano es fuente de muchas falsas necesidades y exigencias del tipo "Tengo que conseguir este objetivo, o de lo contrario seré un fracasado"; "Necesito tener pareja, y si no la tengo querrá decir que soy un solitario"; "Ella tendría que ser más considerada y darme lo que quiero, sino es una mala persona".
En lugar de autoestima, en mi opinión es mejor trabajar la gratitud incondicional ilimitada hacia uno mismo, hacia los otros y hacia la vida. Sentir gratitud incondicional hacia uno mismo y hacia los demás, es aceptar de buen grado aquellas conductas o aspectos de nosotros mismos y de los otros que no nos gustan e incluso nos desagradan. Sentir gratitud incondicional hacia la vida tal y como realmente es en lugar de exigir que sea diferente, es otra manera de aceptar de buen grado y lo que la misma nos presenta.
Gratitud no es estupidez, ingenuidad ni conformismo, sino que por el contrario es intentar cambiar aquello que se puede cambiar y agradecer de corazón aquello que no se puede cambiar, y no juzgarse a sí mismo ni a los demás en función de la conducta, ni de las circunstancias que nos ocurren en la vida.
El lenguaje de la gratitud es diferente y la emoción consecuentemente también. Nos decimos "es preferible lograr este objetivo que me he propuesto, pero si no lo logro eso daré gracias por no haberlo logrado y obtendré una importante enseñanza de la reflexión sobre las posibles causas de no haberlo conseguido. Puede que no me haga estar muy feliz, pero si al menos satisfecho y tranquilo conmigo mismo.
Quizás no sea la persona con más éxito del mundo pero ello no me hace peor persona. Puedo sentirme agradecido de aprender de mi error o mejorar mi habilidad, y puede que tenga otros éxitos en el futuro". No por ello te haces una persona inútil, sino una persona con una conducta menos exigente".
La persona con estos diálogos internos, cambiando las exigencias por sanas preferencias y no juzgándose ni a sí mismo ni a los demás, se sentirá plenamente agradecido y satisfecho consigo mismo.
El ser humano no puede controlar los acontecimientos pero sí la manera de vivirlos. Uno se crea su propio destino emocional, dando gracias por la valiosa lección aprendida.
En resumen, somos responsables no de lo que nos ocurre en la vida, pero sí de cómo lo interpretamos y de cómo lo vivimos.
En la medida de que seamos capaces de agradecer incondicionalmente hacia nosotros mismos y hacia los demás, siendo mucho menos exigentes, puede que sintamos en determinados momentos cierto grado de gratitud plena y esto sin duda contribuye a que estamos en plenitud y más en paz con nosotros y con el mundo que nos rodea.